Dárselas de conocer gente importante es tan fastidioso como parece, pero no voy a negar que quedé en las nubes el día en que uno de mis bajos favoritos elogió mi video de ‘Abril’. No era a lo que le apuntaba, pero ciertamente fue un hecho bienvenido, como también lo es prácticamente cualquier tipo de reembolso (no necesariamente financiero, aunque ese también cuenta) que pueda surgir de todas las incontables horas que he invertido en este proyecto.

En ocasiones me invitan a unirme a un ensamble vocal, una oferta que hasta el momento siempre he rehusado (aunque esporádicamente he suministrado refuerzos por un par de semanas), y eso parece conmocionar – y a veces incluso ofender – a algunas personas ya que se les hace raro que no estuviese interesado.

Mientras que para otros los coros son el fenómeno absolutamente insuperable, crecí en ese mundo entonces nunca tuvieron ese encanto singular para mí y siempre he estado mucho más fascinado por los proyectos individuales. Sí disfruto escuchar coros e ir a sus recitales ya que la gran mayoría de mi círculo social participa activamente ahí, así que mi respuesta preparada cada vez que me piden ser un integrante es que la mejor, y única, posición que puedo ocupar ahí es sentado en el público.

Por supuesto que amo las armonías vocales, siempre lo he hecho y posiblemente siempre lo haré, pero desde mi infancia estaba mucho más fascinado por las multigrabaciones por una sola persona. Recuerdo haber visto Mary Poppins , adorar su dúo consigo misma, y estar impresionado por el efecto visual del espejo. Como me gustaba la música popular en inglés en ese tiempo, me gozaba piezas como la ‘Fe’ de Jorge Miguel (la única fe que no aborrezco), la ‘Naturaleza humana’ de Miguel Jackson (no la escribió él y se lanzó mucho antes de que yo naciera pero de todos modos una de mis grandes favoritas) y el ‘Padre Lucifer’ de Tori Amos (que salió cuando yo tenía nueve años), así como el disco navideño de Gloria Estefan en 1995, el cual en algunos pedazos también incluía a otras personas haciendo segundas voces pero de todas maneras conservaba algunas partes muy lindas de la magia del estudio al hacer que ella cantara consigo misma.

Sobra decir que también hubo, obviamente, un periodo de la Reina: aunque eran famosos por los magníficos sonidos que creaban al mezclar las voces de los tres integrantes fundadores, algunas de mis partes favoritas correspondían a aquellas instancias en las que solo uno de ellos cantaba todo, como ‘Amor de mi vida’, ‘El beso’, ‘No es fácil irse de la casa’, ‘Inquilino divertidor’ y, especialmente, ‘Me dejas sin respiración’. Eso se expandió a sus carreras por separado, con Rogelio Taylor haciendo todo un coro él mismo en ‘Quiero testificar’ (cantando bastante arriba y bastante abajo sin efectos de cinta), Brian May creando una suerte de ejército en ‘Resurrection’ y Federico Mercurio cantando absolutamente todo en su único disco en solitario. Para su proyecto de dúos, incluso logró que la diva operística Montserrat Caballé hiciera ambas voces durante unos pocos compases, algo que a ella presuntamente le encantó.

Uno de mis sueños de adolescente era precisamente aplicar el mismo concepto a estilos o géneros musicales más antiguos: debo haber tenido unos quince años cuando planeé grabar una versión de coro unipersonal del ‘Fyer, Fyer’ de Tomás Morley, lo cual terminé haciendo muchos, muchos años después. Lo mismo por, a título de ejemplo, el ‘So Ben, Mi Ch’a Bon Tempo’ de Horacio Vecchi, el ‘Ah! Dolente Partita!’ de Claudio Monteverdi o ‘El Grillo’ de Josquin des Prez.

Cuando tenía dieciséis me enamoré del ‘Sicut Locutus Est’ del Magnificat en Re Mayor de Bach, y también juré que algún día haría una ejecución unipersonal de la misma. También atesoré la sensación de “orden en medio de un caos aparente” que generaba escuchar las voces emanando de todos lados – casualmente y sin que sea una sorpresa, me gustan mucho más las alineaciones mezcladas cuando de coros se trata – y sentí que podrían sonar bastante singulares si la divergencia tuviese que ver con otros factores tales como la ubicación panorámica.

Sigue siendo un vaivén entre la consistencia y el contraste: un coro mixto suministra suficiente distinción entre rangos y timbres para que se mantenga continuamente fascinante, mientras que es un reto mayor para una fusión más uniforme no aburrir a quien escucha. Al limitar la elaboración a las notas que puedo abarcar sin trucos, cierro algunas puertas pero también exploro maneras de – espero – dar forma a un producto interesante debido a esas limitaciones más que a pesar de ellas.

Ventajas notables que desde hace mucho he valorado en cuanto a la auto-armonización tienen que ver con el timbre, la respiración, el acento y el empaste natural que puede obtenerse de esa manera. Hay una razón por la cual los coros o los grupos conformados por hermanos(as) pueden volverse tan populares: sus voces son con frecuencia (aunque no siempre) bastante similares, así que esto tiene el potencial de ser aún más uniforme y cohesivo que eso.

Aun así, está también la posibilidad de proporcionar contraste, a pesar de estar la misma persona grabando todas las líneas vocales, a través de la colocación, la respiración, la posición de los micrófonos o la equalización de la consola; puede mantenerse interesante y pueden agregarse más colores y esa es también una experiencia de aprendizaje bastante fascinante.

El entretenimiento viene en muchos sabores distintos, y ser parte de un equipo es maravilloso, pero también lo es no ser parte de él en absoluto. De hecho, mi trabajo solista es de muchas maneras un esfuerzo colectivo, ya que hay varias personas talentosas (mucho más de lo que yo podría si quiera soñar) contribuyéndole.

La delicadeza es una de las bondades más buscadas, como lo es la serenidad: el instante en el que escucho con mis audífonos una grabación mía en cuatro pistas (cuando he cantado bien, que no siempre ocurre) es ese para mí. Ese deleite excepcional que sienten los(as) compositores(as) cada vez que han terminado una obra (o al menos cuando ha alcanzado cierto umbral), que experimentan los(as) productores e/o ingenieros(as) cuando han hecho una mezcla, que se le otorga a los(las) docentes cuando presencian genuino progreso en sus estudiantes, eso es lo que yo siento cuando canto conmigo mismo. Eso es lo que conecta. Y me encanta profundamente.

Desde mi primera grabación casera multi-pistas en 2001, siempre lo he sentido. Otros intereses han llegado y se han ido, este ha permanecido; ha sobrevivido mi propia clase de selección natural. No puedo garantizar que seguiré así por el resto de mi vida pero puedo declarar que hay una alta probabilidad estadística de que siga siendo mi prioridad permanente y, eso espero, mi privilegio.