Si bien lo que hago (incluyendo estos textos) puede ser estridente y chabacano, conscientemente busco emplear efectivamente las diferentes plataformas y dispositivos que tengo a mi alcance para decir lo que quiero decir, y reforzarlo a través de añadiduras complementarias (y anexas). Trato de resumirlo como “hacer lo máximo a partir de lo mínimo”, lo cual probablemente habría fracasado como un éxito escrito por Steinman para Suministro de Aire (especialmente teniendo en cuenta el compás) pero de todos modos funciona para mí.

Explorar el mismo concepto a través del canto se refuerza, por lo tanto, si todo está bien, con las técnicas de grabación, la mezcla, la masterización, el video, las fotografías, la página y después el portafolio, la tarjeta de presentación, el panfleto y cualquier otra cosa, todas ellas con ayuda invaluable de varias personas cuyas contribuciones son completamente colosales.

En cuanto al ya mencionado espléndido equipo, mi enfoque es tratar de convertirme en alguien con quien disfruten trabajar, tanto porque pago bien (sin regatear, sin atrasos – espero) como porque pueden expresarse creativamente con tanta libertad como sea posible. De todos modos ofrezco retroalimentación, superviso la operación y hago algunos comentarios y sugerencias, pero a la larga procuro dejarles las decisiones artísticas a quienes de verdad saben lo que están haciendo.

También constantemente tengo en cuenta el punto óptimo en el que se entrelazan el minimalismo inmaculado y la atención compulsiva a los detalles cada vez que decido qué grabar y cómo hacerlo. Esa es una de las razones principales por la que rara vez duplico (aunque lo hice para algunas partes del final de ‘Adornen los salones’), ya que quiero que lo que genere sea lo más simple posible sin afectar la calidad.

La recursividad, tal como la reconozco aquí, surge ampliamente de los libros, las películas y la televisión. Por ejemplo el Parque jurásico original: la novela tiene algunas partes maravillosas de ciencia (ficción, obviamente) que son agradables porque se colocan de manera estratégica a lo largo de los eventos, y la adaptación sabiamente reduce las creaturas al mínimo, por lo tanto aumentando su impacto; Los Simpsons (al menos en el siglo XX) arrojan una red lo suficientemente amplia para ser accesibles a prácticamente cualquier persona, pero también tenían cierto grado de sofisticación que constantemente le daba huevos de pascua a un grupo más pequeño.

Entender que la tecnología, los efectos especiales y la pirotecnia funcionan mejor cuando apoyan la narrativa en lugar de operarla permite al ejecutante (o intérprete, aunque ahí hay una diferencia…) convertirse en un vehículo para que la obra brille. Otra analogía que me encanta es la de un(a) fotógrafo(a): selecciona el ángulo, la iluminación, tal vez incluso algunos efectos más adelante, pero al final del día el sujeto ya existe, y lo que el(la) artista hace es revelarlo desde una perspectiva específica.

Día tras día, trato al máximo de aprender cómo explorar una pieza musical y ahí demostrar mis hallazgos en un formato claro, ya sea que lo haga en vivo o en el estudio – cada uno de los cuales veo como un idioma distinto, por decirlo de alguna manera – y tener en cuenta que el(la) autor(a) es el(la) protagonista (a pesar de su actual carencia crónica de existencia) y yo soy solamente un facilitador.

Las versiones épicas y las acrobacias bipolares están, afortunadamente, enterradas en el pasado, que es donde pertenecen. Hoy en día lo mío es la simplicidad.