Un montón de personas están actualmente buscando (y obteniendo) la fama al imitar o básicamente copiarse de alguien más, y no veo nada malo en eso: se requiere mucho esfuerzo y habilidad para reproducir las peculiaridades, el acento, el timbre y otras idiosincrasias de alguien a tal punto que hasta los auto-proclamados expertos puedan caer. Una de las razones por las cuales nunca voy a ser actor (aparte de mi absoluta carencia de talento) es que soy taxativamente negado para hacer de cualquier persona distinta a mí mismo – y no es que mi vida sea particularmente interesante (no lo es), sino que solamente estoy dispuesto y soy capaz de expresar mis propios pensamientos, mis propias visiones y mis propias características.

Ganarse la vida actuando un personaje o representando un papel es una elección perfectamente aceptable, y no estoy intentando demonizar ni menospreciar eso cuando enfatizo cuánto significa para mí moldearme hacia el tipo de tipo que me encantaría conocer, alguien confiable y genuino. Si lo he logrado hasta ahora o no es, perceptiblemente, está abierto a la interpretación.

Con frecuencia se acusa a los músicos, principalmente por parte de no especialistas, de no ser verdaderos artistas salvo que escriban y/o compongan su propio material. Si bien no me considero profesional en absolutamente nada (hay todavía demasiado por aprender para estar aun remotamente cerca), fervientemente defiendo la posición de que dedicar una vida o una trayectoria primariamente o únicamente a interpretar o ejecutar (esas dos no son sinónimas exactas, por cierto) también es válida, también implica una cantidad considerable de destreza y disciplina, y también deja espacio para la originalidad.

Obviamente, amar la música no es suficiente para ser hábil en ella, pero ciertamente es benéfico como punto de partido: desear un crecimiento significativo solo conlleva al éxito cuando se integra en un conjunto multifacético de tácticas que incluye la resistencia, la determinación y la motivación regulada, entre muchas otras. También vale la pena señalar que cometer errores y obtener conocimiento legítimo de ellos es primordial para la curva de aprendizaje – la mía, al menos.

Esencialmente, lo que quiero decir aquí con “éxito” tiene mucho más que ver con desarrollo y satisfacción personal que con fama o con ganancias monetarias. No hay nada malo con apuntarle a ambas, por supuesto, pero cuando ocurre que transmitir la historia que quiero contar está en conflicto con lo que es más llamativo o comercializable, lo primero siempre tendrá ventaja para mí.

Hay muchos artistas que hacen voces en multi-pista mucho mejor de lo que yo podría si quiera imaginar, abarcando un rango mucho más amplio y de manera magnífica pasándose a diferentes géneros. Los admiro y apoyo desde la posición de la audiencia, pero incuestionablemente tengo cero interés en ser un copista o imitador. Ese, en sentido literal y figurado, no soy yo.