La irritabilidad es el tipo de actitud que tiende a asociarse conmigo de manera regular, y ahí casi no hay ninguna sorpresa: de verdad no tengo paciencia para muchas circunstancias, visiones o individuos. Una aversión enorme que tengo consiste en aquellas personas que no están dispuestas a entender y aceptar una negativa, pero obviamente estoy bien con aquellas que hagan un esfuerzo para ver de dónde vengo aún si no están de acuerdo – lo cual, por supuesto, es absolutamente aceptable, ya que no tienen la obligación de ver el mundo desde mi perspectiva – y agradezco su eventual conformidad.

Los planes míos a largo plazo están mucho más conectados a la excelencia que al atractivo comercial. Si bien no me considero para nada un perfeccionista, sí demando que se cumpla con un mínimo nivel de calidad para estar al menos un poco satisfecho; en otras palabras, “siempre y cuando sea exactamente como quiero, me da igual”.

Aunque mis grabaciones y los videos que las acompañan obviamente siguen teniendo demasiados errores, todos ellos pasan algún tipo de filtro sin el cual serían despiadadamente rechazados, ya que prefiero publicar tres al año y arriesgarme a perder suscriptores (ya es así, de hecho) que añadir material mediocre hecho en casa solo para tener más visibilidad o para beneficiarme del presunto algoritmo o lo que sea que hacen. Aclaro que no estoy diciendo que los proyectos domésticamente producidos sean automáticamente defectuosos, pero los míos ciertamente lo son porque carezco del conocimiento y las habilidades para cumplir con los criterios deseados.

A menos que cuente con la ayuda de verdaderos profesionales, no estoy en absoluto inclinado a generar material que vaya más allá de calidad inferior, y mucho menos publicable. Eso va para casi cada etapa del proceso: grabar, editar el audio, compilar, mezclar, masterizar, filmar, editar el video, la fotografía, el diseño de la página, la programación de la página, y en el futuro todo lo que tenga que ver con representación, relaciones públicas y financiación. Las notables excepciones son la educación (ya que soy autodidacta y esa es parte integral de mi iniciativa), cantar, suministrar el acompañamiento instrumental, y escribir los contenidos de la página, ya que insisto en tener mi voz ahí.

Descartar la inmensa mayoría también ofrece una práctica auto-impuesta de selección: lo que sobreviva tiene mayor probabilidad de ser considerado lo suficientemente decente como para publicarse y, por lo tanto, eleva el listón para siguientes planes, o al menos lo mantiene relativamente alto considerando mis indudablemente limitadas habilidades.

En cuanto a los aspectos que se priorizan, trato de concentrarme primero y más que todo en el canto, y dentro de esa área (que incluye algunas cuestiones que tienen o no que ver entre sí) tiendo a valorar la ejecución, en el sentido de amalgamar un profundo análisis y exploración previos con la ingenuidad infantil de descubrir la obra por primera vez, si es que eso tiene sentido (y no lo tiene – es lo que hay).

Indudablemente, la transición al punto de retornos disminuidos es un objetivo móvil, lo cual dificulta no caer en la trampa de la dilación infinita. Para parafrasear un momazo, puede ser de todas maneras (auto-)aprendido a través de un pensamiento fuerte y meticuloso.

Adherirse a apreciar la artesanía aún si eso sacrifica o reduce la posibilidad de logros comerciales es uno de los puntos principales de lo que estoy buscando. No es que esté deliberadamente intentando no ser exitoso financieramente, sino que eso no está para nada en lo más alto de mi lista.