Dejando de lado la gratificación que recibo del proceso, puede también ser útil tener en cuenta el producto, aunque hacerlo o no como una entidad separada sería un asunto completamente diferente. A groso modo, hago lo posible por concentrarme en ambos aspectos, pero a veces solamente me intereso en el proceso (por ejemplo, algunos borradores de libro en los que estoy trabajando solo como una curva auto-decretada de aprendizaje) y a veces me intereso casi exclusivamente en el producto (por ejemplo, cuando ejerzo funciones no musicales para suplementar el ingreso, descaradamente las hago solo por la paga, aunque eso no implique que lo haga mediocremente solo porque en esos casos mi corazón no está enteramente ahí).

Un ejemplo bien definido de concentrarme tanto en el proceso como en el producto fue, una vez más, ‘Abril está en el rostro de mi dueña’: pasé incontables horas estudiándola y ensayando las diferentes voces, grabando maquetas caseras y anticipando riesgos potenciales para las sesiones como tal (describo mucho de eso en la crónica que escribí al respecto), y me encantó cada minuto de eso. Lo mismo en cuanto a sentarme con el productor para hacer la mezcla, escribir el guión para el video y modificarlo gracias a los aportes invaluables del director, y ver once diferentes ediciones hasta que finalmente me decidí por la que prefería.

Esencialmente, deseaba que el registro sonoro fuese minimalista pero de todas maneras detallada, y fui firme en que el video tenía que seguir la misma premisa pero agregar algunos aspectos visuales autobiográficos: cada fotograma tenía que incluir algo con lo que quienes me conocieran tuviesen mayor familiaridad, pero que no distrajera a quienes lo vieran por primera vez ni le restara importancia a la trama general (sí, había trama, aunque no se transmite de manera demasiado clara, lo cual fue también una elección deliberada).

Acerca del objetivo principal, solamente buscaba la calidad, la sustancia, y la atención al detalle. Obviamente estuve complacido cuando finalmente obtuvo mil vistas (no hubo robots involucrados, lo cual lo hace aún mejor), pero habría estado 99,99% igual de satisfecho si se hubiese quedado en media docena.

Es también por eso que, aún en el caso poco probable que mi canal obtuviese mil suscripciones y mis videos llegaran al umbral exigido para monetizarse, preferiría prescindir de los anuncios. Puedo “perder” algo de plata, pero no quiero castigar a quienes me vean con mi avaricia: es mejor si pueden disfrutar de la experiencia sin interrupciones exasperantes ni obstrucciones superfluas. Puedo ganar dinero de otra forma – siempre legal, ciertamente.

De manera esencial, doy prioridad a hacer música por encima de ganarme la vida con la música, pase lo que pase. Si eso implica tener que sacar tiempo para hacer otras actividades y llevar el pan a la casa, pues que así sea – aunque prefiero dividir esos pasatiempos potencialmente pecuniarios más que obtener una ocupación permanente de nueve a cinco.

Algún día espero ser capaz de dejar todo lo demás y concentrarme solamente en grabar obras vocales del renacimiento y ya. Hasta entonces, debo hacer un poco de todo – de nuevo, en sentido figurado – e interpolar mi pasión con algunas otras cosas, lo cual no me molesta demasiado siempre y cuando sea siempre clara la jerarquía auto-establecida.